Museo Gardena
El conjunto de estrategias empleadas en el diseño hacen del proyecto un edificio que, además de servir como elemento identificativo de la cultura ladina, encarna los principios de sostenibilidad medioambiental y eficiencia energética.
De hecho, el proyecto se basa en tres conceptos fundamentales: el empleo de materiales tradicionales y de bajo impacto, el uso de sistemas pasivos de contención de la energía (doble fachada como regulador climático y disipador de la luz diurna) y el aprovechamiento de las energías renovables (geotermia). La madera es el material principal del proyecto y, gracias a sus propiedades, se utiliza en el edificio como material termoaislante y de revestimiento y también como material estructural.
Las estructuras están hechas completamente de madera laminada cruzada, con un desarrollo distinto de los elementos verticales y horizontales.
Se adoptaron elementos de caja nervada, ideales para grandes luces y grandes cargas, en las superficies horizontales, mientras que en las estructuras elevadas se emplearon elementos modulares autoportantes.
Por último, la madera, además de ser un material reciclable y reutilizable, tiene una huella de carbono mínima (la cantidad de CO2 producida durante la fabricación del producto, en comparación con los materiales de construcción clásicos). Además, la madera representa un verdadero depósito de CO2: de hecho, 1 m3 de madera puede almacenar hasta 1 tonelada de dióxido de carbono. En nuestro caso, el revestimiento exterior tiene una emisión negativa de CO2 de -195 kg por m2, gracias a toda la madera y los materiales de bajo impacto utilizados.
Esto permite compensar por completo la producción de emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el uso de hormigón, vidrio y acero, que se utilizaron únicamente en el sótano y como elementos de unión de la estructura de madera.